Playas

La Carolina

La Playa La Carolina se encuentra en la localidad de Águilas, Murcia. Ésta, junto a la Cala de Cocedores, están reconocidas como Paisaje Natural Protegido.

 

Además, si a estas sumamos la Playa de Calarreona y la de La Higuerica, contamos con el importante conjunto conocido como las Cuatro Calas, que es un gran paraje de interés geológico y turístico.

 

Esta preciosa zona del litoral del Mar Mediterráneo tiene un aspecto virgen y grandes valores naturales. Por este motivo, está considerado como un Lugar de Interés Comunitario y forma parte de la red Natura 2000.

Playa Amarilla

Arena amarilla, como Molière sobre el escenario en su última representación, y agua cristalina diez meses al año en que sólo hallaréis huellas de gaviotas que anidan en la isla vecina y suaves contornos de dunas (los dos meses estivales, ya sabéis: fondeadero de veleros sobre la pradera submarina de posidonia e inevitables sombrillas de colores estridentes).

 

Una playa mítica, inaccesible por tierra durante décadas, ahora abierta pero no malograda.

 

La isla vecina es reserva de fauna y flora marina. Si la visitáis en uno de esos diez meses, su magia os atrapará.

El Hornillo

La playa en la que se fragüaban las noches de mi adolescencia.

 

Al pie de una de las viviendas de esta red, El Hornillo, flanqueado por un puente histórico, prodigio de ingeniería británica, y una muralla de calas solitarias que escalonan  la ruta marítima a la vecina Playa Amarilla, es un destino céntrico. Arena fina y talud suave.

 

Presidida por "Las cuatro plumas", complejo de viviendas de cuatro relevantes periodistas de los 70, y con un enclave gaudiano (un ensayo de Parque Güell en miniatura): El Rincón de los Casucos, cena y copas entre eucaliptos y teselas).



 

Los Cocedores del Hornillo o Playa del Astillero

Playa compleja, difícil de descifrar o de comprender.

 

Céntrica, en el costado de una de las viviendas de la red, una estrecha franja costera delimitada por el puente del Hornillo y un antiguo astillero desmantelado, retiene el aura de los lugares olvidados por sus escasos arenales y su áspero fondo de algas y rocas poco amables.

 

Ese es, sin embargo, el secreto de su incomprendido encanto: ausencia habitual de humanos, idílica para misántropos irredentos en pleno corazón del pueblo.

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